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Comunidad Monástica 

Nuestra Señora de los Andes

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SOMOS MONJES CISTERCIENSES

También conocidos como Trapenses; somos católicos, que habiendo escuchado la llamada de Dios a vivir una vida íntima con Él, encontramos en la soledad y el silencio el mejor medio para responder a esa llamada.

El hombre llamado a ser monje siente que puede escuchar mejor la Palabra de Dios en el espacio interior creado por la soledad y el silencio exterior. Esto es difícil de entender en una cultura donde la aglomeración y el ruido anulan el sentido de quiénes somos y cuál es el significado de nuestras vidas. La vida monástica nos despierta de ese sueño para escuchar, entender y responder a Dios.

Comunidad

Como Monjes Cistercienses sabemos que la soledad hay que vivirla en comunión con los demás, muy especialmente con aquellos que han recibido la misma llamada. Desde nuestro propio y verdadero centro, en Dios, podemos vivir auténtica comunidad y necesitamos de esa comunidad para crecer como hijos de Dios y hermanos de todos.

El primer lugar de esa comunión es la comunidad monástica misma; el segundo lugar es nuestro compartir con el medio que nos rodea, por medio de la hospitalidad que te ofrecemos en nuestra Casa de Retiros y por los contactos necesarios del trabajo y de las estructuras propias de nuestro mundo moderno. Ambos modos de comunión están regulados, para ponerlos al servicio de la comunión con Dios, que hace auténticas y profundiza todas las demás formas de comunión.

ORACIÓN

Escuchar y responder a la Palabra de Dios es un diálogo que tiene lugar en la oración y es el centro de la vida de nosotros los Monjes.

La oración tiene dos formas. La más visible es la que los Monjes realizamos en común, en la capilla; nos reunimos en ella siete veces al día, para encontrarnos con la Palabra de Dios, que nos recuerda su presencia constante, y nos invita a permanecer en ella. En esta forma de oración elevamos públicamente nuestra alabanza y nuestras peticiones a favor de la Iglesia y del mundo. La forma menos visible es la oración personal, escondida en el corazón. Es el diálogo con Dios, que el Monje trata de mantener vivo a través de todo el día.

El trabajo, especialmente el manual, es otro de esos lugares donde nos relacionamos con Dios, con nuestros hermanos Monjes y con la humanidad entera. Está orientado a ganarnos la vida, como todo ser humano, pero también a alabar a Dios y construir con Él un mundo mejor. Con trabajo, amor y oraciones, en el Monasterio elaboramos nuestra línea de Productos Artesanales Del Monasterio.

TRABAJO

VIDA CONTEMPLATIVA

Así, nuestra vida es estrictamente contemplativa, sin adiciones de obras apostólicas, pastorales o educativas, pero es un signo que nos invita a todos los Monjes, y a ti también ¿por qué no?, a entrar más profundamente en nuestro propio corazón, para escuchar y abrir nuestro corazón a Dios, para que Él actúe en todo momento de nuestras vidas.

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