Adorar en el Cuerpo.
- Monjes Trapenses
- 8 nov 2019
- 2 Min. de lectura

Evangelio según San Juan 2,13-22.
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio". Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo nos das para obrar así?". Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar". Los judíos le dijeron: "Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?". Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Meditación:
El Templo es un lugar santo que debe respetarse, es el lugar de encuentro para la oración, no para negocios, así lo entiende Jesús, pero hay algo más importante que el Templo: la persona de Jesús misma, su cuerpo, que resucitará después de su entrega en sacrificio. En el cuerpo del Resucitado se abre la adoración a Dios en el mundo entero sin limitación de tiempo o de lugar. El cristiano no descarta un lugar de reunión pero tampoco la realidad de Cuerpo en el que estamos y al que adoramos.
P. Plácido Álvarez.
Comments