Amar a los enemigos.
- Monjes Trapenses
- 11 sept 2019
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Evangelio según San Lucas 6,27-38.
Jesús dijo a sus discípulos: «Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.
Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Meditación:
La radicalidad de las exigencias del Señor se manifiesta en este texto; raras veces se ha puesto en práctica literalmente. Podemos preguntarnos qué significa para el Señor “amar”; en el ejemplo de su propia vida significa una entrega hasta la muerte. Lo que él hace es entregarse por sus enemigos, o sea, por nosotros; es importante tener conciencia de esto.
¿Cómo encaja la violencia en el mundo con todo esto? Los cristianos a veces han ejercido y ejercen violencia cuando lo han considerado necesario, o inevitable, para prevenir males mayores. Son situaciones difíciles desde muchos puntos de vista porque incluso en el mejor de los casos están en tensión con lo que el Señor vivió y enseñó, y el discernimiento es siempre arduo. Otras veces la han ejercido sin razón, y el problema grave es cuando tratan de hacerlo justificándolo en la fe, o la religión.
Lo esencial es la actitud, una atención a lo que nos mueve y cuál es la meta. Es necesario buscar el bien siempre y en todo logar. La búsqueda de la destrucción es ilegítima, también la venganza. Desear y buscar el bien es amar y hay que hacerlo sinceramente.
P. Plácido Álvarez.
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