Apertura.
- Monjes Trapenses
- 15 mar 2020
- 2 Min. de lectura

Evangelio según San Lucas 4,24-30.
Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio". Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Meditación:
Nazaret es el pueblo de Jesús, el pueblo de la Anunciación, pero no es aceptado allí –como él mismo lo señala-. Se requiere de los pobladores de Nazaret un cambio de mentalidad para aceptar que alguien tan conocido por ellos es el Mesías; Jesús acababa de interpretar el profeta Isaías para aplicárselo a sí mismo (4,21). Pero ellos no aceptan tampoco el reproche que el Señor les hace.
El texto señala en primer lugar el rechazo de Jesús como Mesías de Israel y lo coloca así de forma implícita en un ámbito mucho más amplio de cara la humanidad toda. Pero significa algo para nosotros todos hoy: la dureza de corazón y la adhesión incondicional a lo conocido que nos encierra sobre nosotros mismos y no nos permite interpretar la voluntad de Dios que se hace manifiesta.
P. Plácido Álvarez.
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