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Discernimiento y fidelidad.

  • Foto del escritor: Monjes Trapenses
    Monjes Trapenses
  • 15 ago 2019
  • 2 Min. de lectura


Evangelio según San Mateo 19,3-12.


Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?". El respondió: "¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido". Le replicaron: "Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?". Él les dijo: "Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio".

Los discípulos le dijeron: "Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse". Y él les respondió: "No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!".

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Meditación:


El Señor aborda dos temas como resultado de dos intercambios, uno con los fariseos y el otro con sus discípulos. El primero trata en el fondo de la fidelidad que para el Señor es el fundamento inalienable del matrimonio; él deja eso en claro, pero también que no todo lo que parece matrimonio lo es y cuando no lo es las consecuencias cambian.

El segundo tiene que ver con el celibato, evidentemente, y el Señor lo presenta como un don entregado a algunas personas a causa del Reino de los Cielos. Hay que saber discernir los casos y también hace falta fidelidad en el seguimiento, pero la legitimidad del celibato en sí mismo está muy claramente declarado por el Señor.

Dos claves entonces: discernimiento y fidelidad.

P. Plácido Álvarez.

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