El tiempo y la transformación.
- Monjes Trapenses
- 23 nov 2018
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Evangelio según San Lucas 20,27-40.
Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?".
Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él". Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien". Y ya no se atrevían a preguntarle nada.
Reflexión:
Los saduceos utilizan la costumbre, que obligaba a un hermano a casarse con la viuda de otro hermano, para atacar la fe en la resurrección que ya existía en algunos grupos judíos; en la base de ese ataque está una manera muy limitada de entender la humanidad y su relación con Dios, pero Jesús viene a cambiar no sólo el entendimiento sino radicalmente la realidad con su propia resurrección.
El Señor se refiere a la Escritura misma para rebatir a los saduceos. Dios abarca todos los tiempos de la existencia humana, la sostiene y la transforma; la transformación final es tal que el matrimonio ya no tendrá sentido, y eso da sentido al celibato en este mundo.
P. Plácido Álvarez.
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