Entrega del Sumo y Eterno sacerdote.
- Monjes Trapenses
- 12 jun 2019
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Evangelio según San Lucas 22, 14-20.
Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo: «He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios». Y tomando una copa, dio gracias y dijo: «Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios». Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes.
Meditación:
En la fiesta de Jesús sumo y eterno sacerdote vemos qué es lo que se establece como esencia del sacerdocio: la entrega de su cuerpo y de su sangre, de su persona en toda su realidad material, en favor de la humanidad; lo hace en la cena pascual judía que tenía en su centro el sacrificio del cordero en un evento que será liberador para Israel, que los hace escapar de la muerte y de la esclavitud. Es el sacrificio del Señor lo que nos libera y nos invita a una entrega semejante.
Todo el pueblo de Dios es sacerdotal, como lo indica la Tradición, aunque no todos ejercen el sacerdocio en virtud del sacramento del orden, que consagra de manera especial para una función dentro del pueblo que otros no tienen; pero siempre supone una entrega que libera para abrir paso hacia la plenitud de la vida en Dios.
El Señor es cabeza y modelo como sumo sacerdote, y a él lo contemplamos y de él esperamos agracia de las salvación.
P. Plácido Álvarez.
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