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Humildad y alegría.

  • Foto del escritor: Monjes Trapenses
    Monjes Trapenses
  • 11 ene 2019
  • 1 Min. de lectura


Evangelio según San Juan 3,22-30.


Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a Judea. Permaneció allí con ellos y bautizaba. Juan seguía bautizando en Enón, cerca de Salim, porque había mucha agua en ese lugar y la gente acudía para hacerse bautizar. Juan no había sido encarcelado todavía. Se originó entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío, acerca de la purificación. Fueron a buscar a Juan y le dijeron: "Maestro, el que estaba contigo al otro lado del Jordán y del que tú has dado testimonio, también bautiza y todos acuden a él". Juan respondió: "Nadie puede atribuirse nada que no haya recibido del cielo. Ustedes mismos son testigos de que he dicho: 'Yo no soy el Mesías, pero he sido enviado delante de él'. En las bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo del esposo, que está allí y lo escucha, se llena de alegría al oír su voz. Por eso mi gozo es ahora perfecto. Es necesario que él crezca y que yo disminuya.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Reflexión:

Nadie puede atribuirse nada que no haya recibido del cielo. Esta declaración de Juan el Bautista no sólo manifiesta su relación con Jesús y quién es Jesús: el esposo de Israel, de la humanidad toda, y su amigo, sino que nos habla a nosotros llamándonos a la humildad y a ceder nuestras vidas al Señor, dejando que él crezca y nosotros disminuyamos. Y nosotros, como Juan el Bautista, encontraremos así nuestra alegría.

P. Plácido Álvarez.

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