La llamada y el don.
- Monjes Trapenses
- 5 ene 2019
- 2 Min. de lectura

Evangelio según San Mateo 2,1-12.
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo". Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. “En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel".
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: "Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje". Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Reflexión:
Desde su nacimiento Jesús se ve involucrado en las dificultades políticas de Israel, los reyes locales y el imperio romano. Pero Dios irrumpe en ese contexto y atrae a él a unos sabios de oriente para manifestar la presencia de su Mesías. De una u otra manera los pueblos esperan la salvación y la venida del Salvador y Dios llama a estos sabios, que representan a las naciones, para el encuentro con lo que buscan y para dar testimonio de ello. Ellos responden, reconocen y ofrecen dones que representan su entrega al misterio encontrado, y la adoración y el agradecimiento por el don recibido.
La historia con todas sus dificultades, contrariedades y sufrimientos no son un impedimento para la realización del designio de Dios, todo es asumido para la transformación que Dios va a realizar en Cristo y que comienza ahora a manifestarse.
Si buscamos y estamos dispuestos recibir podremos encontrar y podremos participar en la adoración del don que se nos ha dado, sean cuales sean las circunstancias que nos toca vivir.
P. Plácido Álvarez.
Commentaires