La oración, el amor y lo imposible.
- Monjes Trapenses
- 8 ene 2019
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Evangelio según San Marcos 6,45-52.
Después que los cinco mil hombres se saciaron, en seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud. Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar. Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra.
Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo. Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló enseguida y les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman". Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor, porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Reflexión:
El Señor se retira a orar solo; como verdadero hombre él necesita orar y la soledad lo ayuda, porque la oración es primordialmente una relación personal con Dios, incluso para él que es verdadero Dios. El amor, y la oración es relación de amor, requiere espacio de intimidad.
La oración cambia la forma de las cosas, por eso él se dirige hacia los apóstoles caminando sobre el agua; hace lo imposible, como lo fue la multiplicación de panes y peces. A veces estaremos remando arduamente contra el viento, pero él nos alcanza igualmente y su presencia nos calma. El Señor nos alcanza a veces en forma extraordinaria, sorprendente, y debemos acogerlo aunque signifique un desafío.
P. Plácido Álvarez.
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