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Sanación radical.

  • Foto del escritor: Monjes Trapenses
    Monjes Trapenses
  • 16 ene 2019
  • 1 Min. de lectura



Evangelio según San Marcos 1,40-45.


Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes purificarme". Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado". En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: "No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio". Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Reflexión:

El leproso simboliza la humanidad caída, necesitada de redención. Jesús no teme tocarlo para sanarlo; toca nuestra carne, es más, la hace suya. Jesús quiere que conste la sanación, por eso envía a los sacerdotes como requería la ley, pero no quería “hacer propaganda” porque no se trata de eso sino de hacer un proceso de cambio profundo en la humanidad que va a llevar adelante a su propia manera, con la entrega de su vida; en este sentido Jesús no es un político. Además, una propaganda no deseada le crea dificultades para entrar en ciudades cuando y como él quiere.

Nosotros debemos asumir los dones del Señor como él quiere, obedientemente y no a nuestra manera. Debemos de dejar nuestras vidas en manos de Dios.

P. Plácido Álvarez.

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