Acoger la esperanza de la gloria.
- Monjes Trapenses
- 21 jul 2019
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21 de julio de 2019.
Génesis 18, 1-10.
Colosenses 1, 24-28.
Lc. 10, 38-42.
El tema central de las lecturas que hemos escuchado podría definirse como la acogida y plenitud. La acogida generosa da frutos, como en el caso de Abraham, pero incluso cuando lo que se acoge es el dolor, como en el caso de San Pablo; todo eso es acoger a Cristo mismo como lo hace Marta y especialmente María.
Escuchar la palabra es acogerla en la plenitud que lleva a la cruz, es lo que vemos en San Pablo, pero que resulta en una revelación inigualable.
¿Cuál es la palabra que escuchamos a los pies de Jesús? Ahí está la clave de todo. Cristo está entre nosotros nos dice San Pablo ¿Lo reconocemos? ¿Nos ponemos a sus pies? ¿Respondemos a su visita con toda generosidad como Abraham? ¿Qué significa para nosotros responder generosamente? Para San Pablo significa asumir los padecimientos de Cristo.
Sentarse a los pies del Señor tiene consecuencias, quizás podríamos decir un sufrimiento fructífero y salvador, supone entrar en el misterio de Cristo que aquí y ahora es esperanza de la gloria. Cuando hacemos esto ¿Sentimos que hemos elegido la mejor parte?
Podemos esperar a la entrada de la tienda de nuestras vidas a los tres misteriosos personajes, que la tradición a identificado con el Dios Trinitario; podemos acoger al Señor y sentarnos a sus pies como hace María, y habiendo acogido podemos entrar en el misterio de Cristo e identificarnos con él, como hace San Pablo; pero en realidad se trata de dejar que él nos asuma, ese es el paso decisivo que Pablo da: pasar a pertenecer a Cristo; este debe ser nuestro anhelo y pienso que lo es si hemos llegado al monasterio, pero debe ser el de todo cristiano.
Podemos inquietarnos haciendo muchas cosas buenas en sí mismas, pero en la inquietud dejar de lado lo más importante, quizás porque intuimos que lo más importante es lo más exigente, es lo extraordinariamente exigente. Podemos intentar el camino más fácil pero ése no lleva más lejos para alcanzar la plenitud de la vida, la gloria que esperamos.
La paradoja está en que María sentada a los pies de Jesús no ha escogido el camino más fácil sino la mejor parte; ha escogido escuchar y los que seguimos la Regla de San Benito sabemos lo que eso significa, significa obedecer, significa poner en práctica lo que hemos escuchado, significa transformación para no anteponer nada al amor de Cristo porque es la atracción del amor lo que mueve.
El misterio que es Cristo entre nosotros, la esperanza de la gloria, se manifiesta en esta Eucaristía, aprovechemos su manifestación y unámonos a él.
P. Plácido Álvarez.
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