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Corpus Christi.

  • Foto del escritor: Monjes Trapenses
    Monjes Trapenses
  • 2 ago 2018
  • 1 Min. de lectura

Hoy celebramos el don de la presencia de Cristo entre nosotros en su cuerpo y sangre entregados por nuestra salvación, don inmenso de una presencia en el sacramento que nos reúne como comunidad.


Es comunión personal y comunitaria, es el sentido de nuestra vida, es lo que nos fortalece para a travesía de este desierto que es la vida presente, desierto amenazante en el que sin embargo Dios nos da todo lo esencial y en el cual aprendemos a conocernos a nosotros mismos por medio de la purificación que nos va despojando de todo lo que nos engaña y oprime. En el desierto nos encontramos a nosotros mismos porque encontramos a Dios, descubrimos nuestra identidad en Dios, como lo hace Israel en el desierto.


La veneración del cuerpo y la sangre de Cristo en la sacramento del altar, que es una característica de la solemnidad de hoy, debe llevarnos a tomar en consideración todas las personas que formamos parte de ese Cuerpo, que si bien es el personal de Cristo, también es el de la Iglesia –como lo indica San Pablo-.


La veneración es un aspecto de la comunión, aspecto del permanecer que es mucho más amplio que el sacramento mismo en la Liturgia, es el permanecer en la vida del día a día, permanecer en la vida de Cristo y con todos aquellos que forman parte de su Cuerpo.


Celebremos hoy el don de la vida que Dios nos da y que permanece en nosotros manifestándose concretamente en el sacramento del altar.



18 de junio del 2.017

Dt. 8, 2-3. 14-16.

1 Cor. 10, 16-17

Jn. 6, 51-58

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