El don de la vida y el consuelo.
- Monjes Trapenses
- 1 ene 2019
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Solemnidad de la Madre de Dios.
1 de enero del 2.019.
Libro de los Números 6,22-27.
Carta de San Pablo a los Gálatas 4,4-7.
Evangelio según San Lucas 2,16-21.
La liturgia comienza el año nuevo con una hermosa bendición solemne que invoca la manifestación de Dios sobre la vida del pueblo, sobre nuestra vida; la manifestación del rostro de Dios, de su luz y de su gracia, y pide el don de la paz. Creo que esta bendición llega a lo más profundo de nuestros corazones y toca nuestros más ardientes deseos y sentidas necesidades; lo que esta bendición pide está en el centro de las aspiraciones de todo cristiano pero muy en particular de los que estamos en una vida íntegramente ordenada a la contemplación.
Puede suceder que en tiempos difíciles nos sintamos desamparados, y nuestros tiempos son difíciles, pero San Pablo nos alienta con la afirmación rotunda de que somos hijos de Dios; movidos por el Espíritu podemos dirigirnos a Dios con la entrañable exclamación: ¡Padre! Este es el Padre que nos ampara por medio su Hijo nacido de María para nuestra salvación al redimirnos del pecado.
La Madre de Dios, compañera insustituible de la obra de su hijo, nos consuela con su oración y su presencia. Ella llevó al Hijo de Dios en su seno y conservaba en su corazón y meditaba todo lo que en su hijo se manifestaba, y como su hijo nos lleva a nosotros liberándonos y elevándonos a la vida divina, así ella también nos acompaña y auxilia en nuestro camino como auténtica madre de nuestro salvador, verdadero Dios y verdadero hombre, y como madre nuestra.
Ponemos este año que comienza en las manos del Señor e invocamos a María Madre de Dios para que nos acompañe y auxilie en todo momento, para que nos ayude a meditar el sentido de los hechos de la vida, sean gozosos, luminosos o dolorosos para reconocer a Dios presente actuando para nuestra salvación.
P. Plácido Álvarez.
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