Domingo 24 ordinario.
13 de septiembre del 2020.
Libro de Eclesiástico 27,30.28,1-7.
Salmo 103(102),1-2.3-4.9-10.11-12.
Carta de San Pablo a los Romanos 14,7-9.
Evangelio según San Mateo 18,21-35.
La lectura que escuchamos del libro del Eclesiástico presenta de forma muy contundente lo que la parábola del Señor explica con un ejemplo.
El rencor y la ira son abominables nos dice el Eclesiástico, son pecado; sobran en nuestro tiempo ¿no es cierto? Y así no podemos esperar solución a los problemas.
El salmo nos da la clave correcta para la vida: la bendición que en primer lugar reconoce los dones del Dios, y el perdón es el don principal, expresión del amor de Dios.
La carta de San Pablo nos pone en relación con Cristo: pertenecemos a Él en la vida o en la muerte; esto nos da la seguridad que necesitamos para entregarnos y perdonar, porque perdonar es ponernos en manos de Dios y Dios nos dice que en Cristo ya estamos en manos de Él.
En el mundo hay mucho miedo y el miedo si no se aborda bien genera ira y agresividad innecesarias. Parte del problema es que a menudo vivimos para nosotros mismos, y encerrados sobre nosotros mismos la vida se nos complica, se hace fácil contaminarse con ira, y el egoísmo está sin duda latente.
El camino de la vida verdadera es de libertad y alegría, incluso en la dificultad; es camino de confianza en Dios y de entrega. Dios se nos entrega en Cristo y la Eucaristía es sacramento de esa realidad. Se nos da y nos damos a Él, ni perdamos esta oportunidad de hacerlo sin reservas.
P. Plácido Álvarez.
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