La esperanza.

Domingo 18 ordinario.

2 de agosto del 2020.

Libro de Isaías 55,1-3.

Salmo 145(144),8-9.15-16.17-18.

Carta de San Pablo a los Romanos 8,35.37-39.

Evangelio según San Mateo 14,13-21.

En estos tiempos difíciles en que vivimos el mensaje de las lecturas de hoy es esperanzador. Dios nos ofrece su gracia gratuitamente y no se echa atrás, su alianza con nosotros es eterna. La bondad y la compasión son intrínsecas a Dios y se manifiestan en Cristo. ¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? Pregunta San Pablo y contesta: nada, nunca.

Donde parece que no hay suficiente, donde parece que no hay remedio, el Señor nos da lo que necesitamos, pero tenemos que poner de nuestra parte, es la enseñanza fundamental del Evangelio que escuchamos.

Los tiempos presentes son malos, llenos de negatividad de todo tipo y de incertidumbre, pero recordemos que en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó. La victoria implica lucha y sacrificio, el Señor en su propia vida y muerte nos lo muestra, pero nada pudo evitar su resurrección que es también una promesa que se extiende hasta nuestro tiempo.

Una marca de la realidad de la presencia activa de Cristo es la Eucaristía que celebramos; el Señor está presente y se nos da, su amor sigue manifestándose entre nosotros. La clave está en entregarnos a él.

P. Plácido Álvarez.