La misericordia de Dios.
- Monjes Trapenses
- 26 feb 2020
- 2 Min. de lectura
Miércoles de Cenizas.
2020

Libro de Joel 2,12-18.
Carta II de San Pablo a los Corintios 5,20-21.6,1-2.
Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18.
El Señor nos llama a revisar nuestra vida y ver qué es lo que en ella debe cambiar. Las cenizas significan lo que queda de nuestras buenas intenciones, como la liturgia nos dice, pero también significan el reconocimiento de nuestra condición, de la cual pretendemos levantarnos con la gracia de Dios, gracia que pedimos de forma especial en este tiempo de Cuaresma, tiempo favorable.
El Señor misericordioso está presto a acogernos en nuestro retorno a él. Ponemos nuestra confianza en Dios porque creemos en Cristo quien ha asumido nuestra condición para reconciliarnos con Dios. Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él, nos dice San Pablo.
Si estamos convencidos de esto entonces nos convertimos en embajadores de esa misericordia; la mostramos en nuestra vida, en nuestra relación con otros, y al invitarlos a este camino de la gracia que nosotros mismos hemos recibido. Esa es la línea que San Pablo traza.
Pero para andar en este camino de misericordia nos hace falta el ayuno y la oración, no para desplegarlo como un galardón de prestigio, sino para asumirlos sencillamente. La oración recogida es importante, y la negación de nosotros mismos sea en alimentos o en actitudes nocivas lo es también, lo segundo más importante que lo primero. La oración y la purificación del corazón van de la mano, para la negación de lo nocivo en nosotros es fundamental la oración. Y nada de esto puede ser un “show” sino un trabajo silencioso y escondido que da abundante fruto en su momento.
Nos preparamos para celebrar la muerte y victoria de Cristo en la Pascua, por lo tanto la Cuaresma siempre se mueve en un horizonte de esperanza, esperanza bien fundada en la fe y el amor; con esa confianza emprendemos el camino cuaresmal.
P. Plácido Álvarez.
Comments