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Foto del escritorMonjes Trapenses

La soberanía del Señor, su venida y el juicio final.




Cristo Rey.

2020.

Libro de Ezequiel 34,11-12.15-17.

Salmo 23(22),1-2a.2b-3.5.6.

Carta I de San Pablo a los Corintios 15,20-26.28.

Evangelio según San Mateo 25,31-46.



La celebración de Cristo Rey del universo es una invitación a considerar el sentido de su soberanía, que sin duda implica un juicio, el juicio final sobre la creación.

Nuestro Rey es compasivo, nos dice el profeta Ezequiel; viene a rescatar, a liberar, a sanar, pero también a juzgar porque Dios nos es indiferente al bien y al mal. El Señor dice: Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar, pero también: «Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y chivos».

La presencia del Señor nos trae un descanso que podemos aceptar o rechazar, pero su presencia también nos coloca ante la verdad, nuestra verdad, y esto supone un desafío.

El Señor es nuestro pastor, si lo aceptamos, y entonces él repara nuestras fuerzas y llegamos a habitar en su Casa. Hay un gran anhelo en nosotros de habitar en su casa todos los días de nuestras vidas, pero hasta su casa hay un camino, hay una peregrinación en la que él nos guía, sin embargo mucho va a depender de nuestra disposición para dejarnos guiar, para caminar con él un camino que no es fácil.

Nuestro pastor va delante, se sumerge en la muerte por todos nosotros pero resucita también por todos nosotros, y lo seguimos en ese camino, pero no lo seguimos de lejos, lo seguimos –paradójicamente- unidos a él. Lo seguimos pero lo alcanzamos porque se deja alcanzar y porque se vuelve hacia nosotros.

Los criterios que se van a esgrimir en el juicio los señala claramente, se nos va a interrogar acerca de cómo hemos asumido a nuestro prójimo, especialmente a los más necesitados. Estos criterios han sido la inspiración de innumerables iniciativas por parte de la Iglesia través de los siglos dirigidas a responder a los necesitados, iniciativas que han decantado en la conciencia generalizada de estas necesidades y en las políticas sociales de los gobiernos. Incluso con ambivalencias la Iglesia ha ido marcando el paso del avance de los derechos políticos y sociales.

El desafío nunca se agota porque en la medida en que se avanza se desarrollan los criterios y las formas de respuesta, además de que el pecado humano nunca deja de distorsionar la vida; es un área complicada en la que guiados por principios básicos, que el evangelio expone, hay que analizar las situaciones y las mejores respuestas posibles.

La actitud fundamental es de suma importancia porque hemos visto en la historia que sin la actitud adecuada y sin un análisis adecuado hay iniciativas que hacen lo opuesto de lo que en teoría se proponía, lo ejemplos sobran.

Es oportuno en este contexto remarcar la soberanía de Cristo porque cuando la olvidamos podemos ignorar al pobre o por el contrario manipularlo, y como sabemos ambas cosas se dan con frecuencia; él es el Señor soberano de todo y no nuestro propio ego o nuestros intereses económicos o políticos.

A nivel personal todo esto significa estar atentos al prójimo, sea quien sea, primero al que tenemos más cerca, sin ignorar a los demás, pero también con el realismo de saber que no podemos resolver todos los problemas; la soberanía en definitiva es de Dios no nuestra, él ha vencido a la muerte y retornará cuando sea el momento decidido por el Padre, hay que estar preparados.

P. Plácido Álvarez.

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1 Comment


malcom220
Nov 29, 2020

Saludos hermanos. Leyendo la reflexión y escrito del Padre Plácido,me vino a la mente cuando leía hace días de ese sufrimiento del pueblo Hebreo y esa espera del Mesías que vendría a liberarlos y ese mismo Cristo=Mesías hoy nos habla en unas circunstancias donde cualquiera pudiera cerrar las puertas y cuidar de si mismo pero es ahora cuando la solidaridad con el próximo nos llama a ver en esa persona al Jesús que nos pide que amemos en los más necesitados y voy más allá, en aquel que me cae mal o a mi enemigo. Muy propicio este tiempo de Adviento que comenzamos hoy para revisar allá adentro como estamos en esa sola pregunta: cuánto hemos amado?

Que nuestra amada…

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