La voz.
- Monjes Trapenses
- 12 may 2019
- 2 Min. de lectura

Cuarto domingo de Pascua.
12 de mayo de 2019.
Libro de los Hechos de los Apóstoles 13,14.43-52.
Apocalipsis 7,9.14b-17.
Evangelio según San Juan 10,27-30.
La fe es reconocer la voz de Dios, así de simple y de complicado, lleva al seguimiento y a la vida eterna. El tema de la vida eterna está presente en el evangelio, también en los Hechos e indirectamente en el Apocalipsis.
Los Hechos nos hablan de la expansión de la fe cristiana y de la explicación que Pablo hace a los judíos para colocarla en un marco que ellos puedan entender: cita a Isaías (49,6), Israel como luz de las naciones. Los judíos debieron entender, pero una buena parte no lo hizo, sin embargo la alegría inunda a los gentiles que reconocen al Señor; esta es nuestra situación.
La alegría de la fe se ve desafiada por la persecución, y a eso se dirige el Apocalipsis con una esperanza de vida sobrenatural: nunca más padecerán hambre ni sed…Y Dios secará toda lágrima de sus ojos.
A través de todas las penurias escuchamos la voz del Señor y reconocemos en ella el camino de la vida verdadera, porque nos hemos puesto en manos del Señor y no podemos ser arrebatados de ellas, porque él y el Padre son una sola cosa.
El camino de la vida verdadera trazado a través de este mundo tiene su punto trascendente en la historia en la Eucaristía, en la que el presente y el futuro se sintetizan con un hecho pasado: la muerte y resurrección de Cristo; ella es una puerta a la participación personal en el misterio del Dios hecho Hombre. Se requieren decisiones vitales para asumir ese camino, para llegar a la participación, pero la gracia para hacerlo siempre está presente, por lo tanto aquí y ahora. La voz del Señor nos llama, aprovechémosla.
P. Plácido Álvarez.
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