Roberto, Alberico y Esteban.
- Monjes Trapenses
- 25 ene 2019
- 2 Min. de lectura

Solemnidad de los fundadores de Císter.
2.019.
Eclesiástico 44, 1. 10-15
Hebreos 11, 1-2. 8-16.
Marcos 10, 23-30.
En esta solemnidad de nuestros santos fundadores, Roberto, Alberico y Esteban, las dos primeras lecturas nos animan a la fe y la esperanza, y con eso a la perseverancia, desde el reconocimiento de las raíces de nuestro carisma. Pero no es sólo reconocer un pasado, somos peregrinos y tenemos un camino que hacer, el camino no lo terminaron los padres, ellos lo iniciaron y nosotros hemos recibido la posibilidad de continuarlo e implícitamente, con la vocación, el mandato de hacerlo.
Esto supone un despojarnos de nosotros mismos para hacer ese camino, sabemos que es un trabajo que nosotros solos no podemos hacer; para nosotros todo lo que requiere nuestra vocación es una tarea imposible, pero para Dios es posible, no hay que olvidarlo, y Dios nos da su gracia y del apoyo de los hermanos, además de nuestra propia convicción y dedicación.
Esto significa fijar nuestra mirada en la patria celestial, aspirar a esa patria que es la que da sentido a nuestro presente, y con esa mirada y aspiración construimos aquí y ahora lo que Dios quiere.
Estamos en tiempos difíciles desde todo punto de vista, quizás más difíciles que los de nuestros padres fundadores; estamos en un mundo en el que las incertidumbres son mayores, tanto sicológicas, como espirituales y materiales, al menos para nosotros en Venezuela. Pero estas circunstancias son el ámbito de nuestro crecimiento impulsado por la gracia, porque el misterio y genio del cristianismo es que en la debilidad es donde se muestra la fuerza de Dios que actúa en los que tienen fe; Cristo en nosotros moviéndonos hacia el Reino; no es en la fortaleza o la riqueza, sino en la fe, en el despojarse de sí mismo.
Nuestro fundadores fueron hombres de bien que nos dejaron un legado, pudieron hacerlo por su fe y su perseverancia; nosotros hoy somos llamados a lo mismo, profundizando en la oración, la lectio, el trabajo y la vida comunitaria, guiados por la escucha y la obediencia. La conformación con Cristo se hace progresivamente una realidad en la medida de nuestra fidelidad. Cristo se hace presente para nosotros de muchas maneras y sacramentalmente en esta Eucaristía, lo asumimos para seguir en el camino de esa conformación.
P. Plácido Álvarez.
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