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Solidaridad, justicia y paz.

  • Foto del escritor: Monjes Trapenses
    Monjes Trapenses
  • 29 sept 2019
  • 2 Min. de lectura



Domingo 26.

Libro de Amós 6,1.4-7.

Primera Carta de San Pablo a Timoteo 6,11-16.

Evangelio según San Lucas 16,19-31.


El Evangelio nos señala que hay gente, particularmente ricos, que no se afligen por el mal de los demás y éstos no cambiarán aunque resucite uno de entre los muertos si no escuchan a Moisés y a los profetas. Hoy nosotros tenemos el testimonio de las Escrituras, Antiguo y Nuevo Test amento, y por lo tanto de la resurrección del Señor, y desde esa perspectiva debemos discernir tanto nuestro presente como la promesa del futuro. Hay un tiempo, y es el presente, para nuestra conversión y para que ella se haga realidad no podemos estar atados a los bienes presentes, limitados, e ignorar a los demás.

El profeta Amós denuncia la falta de compasión y solidaridad: los que están bien les importa nada los que están mal. Con el Evangelio vemos claramente la continuidad entre el Antiguo y Nuevo Testamento ante la realidad de la falta de misericordia para con los necesitados. En el mundo de hoy esto se ve frecuentemente, lo vemos en Venezuela, donde los que debían ocuparse no lo hace, por el contrario, sólo buscan sostener una situación oprobiosa para el pueblo sin distingos. Para éstos el profeta Amós tiene una advertencia contundente: Dios hará justicia, les llegará su fin.

No podemos dejarnos arrastrar por cantos de sirena, por ideologías, sino ver la realidad desde el centro del Evangelio. Esto ha sido importante siempre pero más que nunca hoy por la complejidad de las crisis mundiales en las que la simulación y el engaño juegan un papel central.

Dentro de este panorama debemos ubicar nuestro lugar. Lo nuestro es practicar la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad, peleando el buen combate, como nos lo plantea San Pablo; estos son los criterios. Todo esto requiere discernimiento basado en la oración y en fidelidad al propio llamado en la Iglesia.

Los monjes sabemos que nos enfrentamos a algo más que los poderes de este mundo, también enfrentamos los poderes espirituales que se expresan a través de ellos. Esto nos afecta personalmente y en la vida comunitaria, pero nos lleva a profundizar en nuestro llamado con la gracia de Dios, esperando la manifestación definitiva de nuestro Señor Jesucristo.

Un adelanto de esa manifestación es la Eucaristía y participamos en ella como parte clave de nuestra búsqueda de Dios y de nuestra entrega a Él, quien se entrega a nosotros y nos da lo que necesitamos para nuestro camino en este mundo.

P. Plácido Álvarez.

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Monjes Trapenses Ntra. Sra. de los Andes - Venezuela

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